lunes, 7 de junio de 2010

La disputa por el oro negro


En el Golfo de México se vivió un nuevo desastre “natural”: una plataforma petrolífera se incendió y se hundió produciendo la muerte de 11 trabajadores y el derrame de miles de barriles de petróleo al mar. El incidente plantea un gran interrogante: ¿Qué está dispuesto a sacrificar Estados Unidos y los gobiernos occidentales para la obtención de petróleo?

Desde el 22 de abril brotaron millones de litros de petróleo de un pozo descontrolado en el fondo del Golfo de México, ocasionando el desastre ecológico más importante que se generó en la costa de Estados Unidos hasta el momento. El gobierno americano clasificó al derrame como "catástrofe sin precedentes" y de “importancia nacional”. El vertido comenzó el pasado 20 de abril tras una explosión en la que murieron 11 trabajadores; y luego, se hundió la plataforma petrolífera Deepwater Horizon operada por la empresa British Petroleum (BP) ubicada a 75 km de la costa de Lousiana.

Desafortunadamente 18 días antes del suceso, el presidente de EE.UU, Barack Obama dijo durante una visita a Carolina del Norte: "Las plataformas petroleras de hoy no causan derrames. Ellas son tecnológicamente muy avanzadas". Las expresiones se dieron cuando defendía una medida para encarar exploraciones petroleras costa afuera por primera vez en 30 años.

Rápidamente Obama tuvo que echarse atrás en sus dichos y suspender de manera temporal el plan de nuevas perforaciones con el que ansiaba lograr la independencia energética. ¿El accidente se podría haber evitado? ¿Son culpas compartidas? ¿Cómo afecta al ambiente una catástrofe así?

La extracción de crudo a mar abierto, en profundidades en las que un ser humano no podría sobrevivir (1500 metros), plantea enormes dificultades. La presión que ejerce el agua es aplastante, la temperatura se encuentra a punto de congelación y las condiciones subterráneas son explosivas.

Según los legisladores de la Cámara de Representantes estadounidense, las pericias realizadas hallaron defectos en los mecanismos de prevención. Los investigadores concluyeron que las válvulas de seguridad -conocidas como Blowout Preventer (BOP)- tenían una batería agotada y la plataforma petrolífera no contaba con un sistema de corte de bombeo a control remoto, lo que hubiera evitado el derrame.

Los costos de mantenimiento se volvieron muy altos. BP le estaba pagando a Transocean cerca de U$S 500.000 diarios para alquilar la plataforma Deepwater. Esto llevó a las empresas a presionar a los contratistas para que sean más eficientes –económicamente hablando-, algunas veces a costas de la seguridad.

¿Qué dicen los involucrados?

Barack Obama reprochó con dureza a la justificación de los ejecutivos petroleros ante el Congreso. Las mutuas acusaciones y denuncias que se hicieron entre las compañías petrolíferas involucradas fueron calificadas como un “espectáculo ridículo” por Obama. “Todas se empujaban unas a otras para señalar con el dedo a alguien más”, agregó. El presidente estadounidense amenazó con poner fin a la confortable relación que históricamente ha existido entre los reguladores y las compañías dedicadas a la perforación. Tony Hayward, consejero delegado de BP, respondió a los dichos de Obama diciendo “que el régimen de supervisión de las actividades petroleras en Estados Unidos es tan riguroso como en cualquier otra parte del mundo”. ¿Obama podrá lograr poner más exigencia en los controles o sólo es un discurso necesario en un escenario pos-desastre?

La cabeza de la firma petrolera BP dijo: “El desastre en el Golfo de México no debería significar el fin de la exploración en aguas profundas por el crudo”. Sin embargo, admitió que se necesitarán grandes cambios en la industria petrolera a raíz de lo que destacó como un "evento transformador". "No puede haber un incidente de esta seriedad sin que se responda con cambios significativos", agregó.

Se espera que el derrame genere pérdidas multimillonarias. Sin embargo no podrán acabar con una empresa como BP. Los beneficios que tuvo en el primer trimestre de 2010 fueron de U$S 6.100 millones, sobre unos ingresos de casi U$S 75.000 millones. La cifra de la limpieza ascendería a U$S 7.000, aunque algunos especialistas dicen que llegaría a U$S 10.000 millones. “Absolutamente, pagaremos por la operación de limpieza. Es nuestra responsabilidad y la aceptamos plenamente”, dijo el consejero de la BP, aunque dejó bien en claro que la empresa no es responsable por el accidente.

Costos políticos

El desastre no está generando problemas en la oposición republicana, sino entre muchos congresistas del Partido Demócrata y los grupos ecologistas, algunos de los cuales conformaron la base política que llevó a Obama a la presidencia. El senador demócrata por Florida Bill Nelson, uno de los detractores del plan energético de Obama, aseguró que la idea de nuevas exploraciones marinas “estaba muerta al nacer” en lo que al Congreso se refiere.

Algunos analistas se animan a comparar esta tragedia con la del huracán Katrina, que fue un punto de quiebre para la presidencia de Bush, por la ineficiencia y lentitud con la que actúo el gobierno Republicano.

Por eso, Obama está apurado por resolver las cosas y presionar a los responsables: sabe que está en juego algo mucho más importante que el solucionar un desastre ecológico. A poco de las legislativas de noviembre, Obama no puede permitirse un mínimo de sospecha.

Sin embargo, aunque el derrame sea neutralizado, ya mismo tiene su impacto político. Los sectores ecologistas y de izquierda venían criticando la iniciativa presidencial de expandir la perforación petrolera "off shore", una técnica que es riesgosa y afecta a las especies marinas y a las economías costeras.

¿Un cambio?

"No vamos a ser rehenes de recursos que se están agotando, de gobiernos hostiles, y de una tierra que se calienta". De esta manera, el presidente de Estados Unidos sentenció que durante su gobierno reducirá la dependencia del petróleo e impulsará el uso de energías de bajo consumo para combatir el cambio climático.

Los derrames de hidrocarburos al medio marítimo son una de las principales amenazas para los ecosistemas y las especies que habitan en ellos. Los expertos aseguran que su negativo impacto en el ambiente puede durar hasta 100 años.

La zona afectada por la explosión de la plataforma petrolera Deepwater Horizon, es un ecosistema con un alto valor ecológico. La organización WWF estima que entre 400 y 600 especies están en peligro, como cetáceos, delfines, tortugas o aves migratorias. La mayoría de los ecosistemas marinos expuestos a grandes cantidades de petróleo crudo requieren unos tres años para su recuperación. El petróleo derramado afecta o daña los ecosistemas marinos produciendo uno o varios de los siguientes efectos: muerte de los organismos por asfixia o envenenamiento (por absorción o contacto); muerte por exposición a los componentes tóxicos del petróleo, solubles en agua; disminución de la resistencia o aumento de infecciones en las especies, especialmente avifauna, por absorción de ciertas cantidades sub-letales de petróleo; efectos negativos sobre la reproducción y propagación a la fauna y flora marina, y destrucción de las fuentes alimenticias de las especies superiores.

Petróleo: el oro negro

Según datos oficiales, la demanda de gasolina representa casi la mitad del consumo diario de crudo de Estados Unidos. Este hidrocarburo es un recurso natural no renovable y actualmente también es la principal fuente de energía en los países desarrollados. Aunque sus derivados forman una gama muy variada, el 90% de ellos se destina a satisfacer las necesidades energéticas del mundo.

Los principales productos derivados del petróleo son: gases del petróleo (butano, propano), gasolinas para automóviles (sin plomo, de 98 octanos), combustibles para aviones (alto octanaje, querosenos), gasóleos (para automóviles, para calefacción), fuelóleos (combustible para buques, para la industria). Otros derivados son: aceites (lubricantes, grasas), asfaltos (para carreteras, pistas deportivas), aditivos (para mejorar combustibles líquidos y lubricantes).

Es muy posible que este hecho no cambie las cosas. El mundo, en particular los Estados Unidos, ha demostrado su avidez por el petróleo una y otra vez, y está dispuesto a aceptar los riesgos ambientales colaterales, y no sólo ambientales, para conseguir el preciado combustible. Los pozos en aguas profundas se encuentran entre las fuentes más prometedoras de crudo, sobre todo porque muchos están en regiones políticamente estables. Traducido significa que el mundo occidental dejaría de depender del petróleo terrorista de Medio Oriente y tendría un petróleo democrático.

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